El Papa Francisco falleció en la mañana de este lunes 21 de abril. Tenía 88 años y había reaparecido este domingo para dar la bendición por la Pascua. La noticia fue confirmada por el Vaticano. El deceso se produjo a las 7:35 de la mañana, hora local.

Francisco atravesaba varias complicaciones de salud. Había sido internado el 14 de febrero por una bronquitis y, desde su hospitalización, su cuadro clínico fue calificado como “complejo” y requirió varios cambios de terapia farmacológica. Días después de haber ingresado, padeció una neumonía bilateral.

Luego de varios días de mejoría, una fuente del Vaticano confirmó a AFP que el viernes 28 de febrero Francisco había salido del estado «crítico». Sin embargo, unas horas después, se anunció que el papa había sufrido «una crisis aislada de broncoespasmo». Por esto, desde la Santa Sede se reportó «un empeoramiento repentino de la afección respiratoria». Al igual que en otros avances sobre la salud del Papa, se indicó que el pronóstico era «reservado».

La última presencia en la Plaza San Pedro

El Papa Francisco sorprendió a los fieles en la plaza San Pedro al participar en la misa del Domingo de Ramos. El pontífice, que llegó en silla de ruedas y sin las cánulas de oxígeno que había utilizado en ocasiones anteriores, saludó a los presentes desde el altar principal.

“Buen Domingo de Ramos, buena Semana Santa”, expresó Francisco, quien se detuvo a saludar al cardenal argentino Leonardo Sandri, delegado para presidir la ceremonia.

Esta aparición marcó su tercera intervención pública tras haber estado 38 días internado a causa de una neumonía bilateral. Desde que recibió el alta médica el 23 de marzo, Francisco intentó retomar gradualmente su actividad, participando también en el Jubileo de los Enfermos el pasado 6 de abril. Sin embargo, no logró sobreponerse del todo.

Al finalizar la misa, el Papa recorrió la plaza para saludar a monjas y niños que celebraban su recuperación.

Durante el rezo del Ángelus, el sumo pontífice hizo un llamado a mantener la fe en tiempos de sufrimiento: “Frente a los dolores físicos y morales, no caigamos en la desesperación ni nos encerremos en la amargura. Como Jesús, sintámonos envueltos por el abrazo providente y misericordioso del Padre”.

Finalmente, agradeció las muestras de apoyo recibidas: “En este momento de debilidad física, sus oraciones me ayudan a sentir la cercanía y la compasión de Dios. Yo también rezo por ustedes, en especial por aquellos que sufren a causa de guerras, pobreza o catástrofes naturales”.

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