El presidente boliviano Evo Morales renunció en medio de masivas protestas y motines policiales en su contra. Cercado por el informe de la OEA que confirmó el fraude en la primera vuelta electoral, había convocado a repetir los comicios, pero las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional le pidieron que dé un paso al costado.
Cercado Evo Morales finalmente renunció. Es que las manifestaciones contra el presidente boliviano continúan en ascenso este domingo en las calles del país, a pesar de que esta mañana convocó a nuevas elecciones tras un informe de la OEA que reveló “irregularidades” en los comicios de octubre.
La decisión fue anunciada después de que el comandante general de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, y el de la Policía Nacional, Vladimir Calderón, le soliciten que dé un paso al costado para desactivar la crisis política y social.
Con la tensión en un pico máximo, el líder boliviano abordó el avión presidencial con el vicepresidente, Álvaro García Linera, rumbo a Cochabamba, feudo donde se sentía más protegido. Ambos renunciaron.
Durante el fin de semana, todo el gabinete de Morales renunció a sus funciones y produjo un vacio de poder, lo que obligó a dar un paso al costado.
Los policías alzados y los manifestantes civiles se encuentran custodiando la Plaza de Armas, donde está la Casa de Gobierno, para evitar el ingreso de fuerzas campesinas leales a Morales. Morales no controla la policía desde el viernes, cuando comenzaron.
Luis Fernando Camacho encabeza las protestas y una multitudinaria caravana de opositores que llegan a La Paz desde todo el país. El ex candidato Carlos Mesa también había llamado a movilizaciones «mientras no exista una resolución final a este proceso”, el pueblo se mantenga movilizada
Las protestas en Bolivia se desataron después de las elecciones presidenciales del 20 de octubre en la que Morales obtuvo su cuarto mandato tras un polémico conteo de votos. La oposición consideró fraudulentos estos comicios. En Santa Cruz (este), donde incubó la protesta contra Morales, los manifestantes se mantenían en las puertas de los cuarteles policiales, pidiendo la renuncia de Morales, que temprano llamó a la pacificación del país tras la anulación de las elecciones.