alleció Amelita Vargas. Nacida en Cuba, comenzó su carrera en el teatro El Nacional en la década del ’40. Retirada de la profesión, entre sus últimos trabajos se cuenta un espectáculo de revista convocada por Antonio Gasalla y su último rubro junto a Blanquita Amaro». Con esas palabras, la cuenta de Twitter del Multiteatro Comafi dio a conocer la triste noticia del fallecimiento de Vargas, quien tenía 91 años.
Retirada de la profesión, entre sus últimos trabajos se cuenta un espectáculo de revista convocada por Antonio Gasalla y su último rubro junto a Blanquita Amaro.
La artista nació en La Habana, Cuba, el 16 de enero de 1928. Luego de su paso por México y los Estados Unidos – donde conoció a Rita Hayworth-, a mediados de la década del 40 desembarcó en la Argentina donde demostró su enorme talento para el baile y se ganó el afecto de todos. Amelita participó de ¡Se acabó el jabón!, en el teatro El Nacional; y su ansiado debut en cine se produjo en 1947 en Con el diablo en el cuerpo, de Carlos Hugo Christensen.
De allí en adelante, su carrera no cesó, y Vargas pudo trabajar con grandes realizadores de la denominada «época de oro del cine argentino», desde Mario Soffici con La secta del trébol, a Carlos Schlieper con Arroz con leche y Cuando besa mi marido.
Por otro lado, Amelita protagonizó varios largometrajes junto a Alfredo Barbieri, y se destacaba en los cuadros musicales donde no solo dominaba todos los ritmos – desde la rumba al mambo – sino en los que además cantaba. En 1960, la artista formó parte del film La procesión de Francis Lauric, que compitió en el Festival de Cannes, y cuatro años más tarde integró el elenco de Cleopatra era Cándida, junto a Niní Marshall y Juan Verdaguer.
En cuanto al teatro de revista, Vargas tuvo su renacimiento en 1970, luego de haber abandonado la actuación unos años antes. Su vuelta se produjo gracias a Antonio Gasalla, quien la convocó para realizar un espectáculo musical. Su última película fue La obertura, de Julio Saraceni, de 1977; y en 1991 participó en el famoso ciclo televisivo El gordo y el flaco.
En cuanto a su vida personal, Vargas estuvo casada con los directores Mario Lugones y Tulio Demicheli.
«Los mejores recuerdos de mi trabajo en la Argentina son con Alfredo Barbieri. Nos divertíamos mucho. El era una fiesta. Y también con Antonio Gasalla, a quien aprecio mucho, fue una alegría trabajar con él. Alberto Castillo me tenía loca. Él usaba mucho perfume y yo le pedía que no se ponga tanto porque era demasiado fuerte. ¡Era un plato, Alberto! (…) Fui muy feliz cuando he estado en el teatro y el cine. Bailé con todo lo que me daba el corazón. Lo hacía de verdad, lo sentía. Era feliz por eso».